El Perdón y Anasagasti

Ha dicho el el Sr. Anasagasti, senador del Estado por el PNV, que "el perdón es una norma católica que se quiere imponer, injustamente, a los presos de ETA" como condición necesaria para su amnistía y posterior reinserción social. Lo de "injustamente" no lo ha dicho, pero se le sobreentiende.

Es un tipo curioso este Anasagasti, tan curioso, que si no fuera porque se peina a lo Paul Anka, echándose una cortina de pelo sobre la calva, podría ser hasta un cerdo. Pero el pelo le delata y por eso sabemos que no es un cerdo, sino un imbécil. Más exactamente, un senador que es imbécil o un imbécil que es senador. Lo segundo me preocupa más que lo primero, porque demuestra que hay muchos imbéciles que votan a los imbéciles para que se conviertan en senadores y eso no está nada bien.

Según el imbécil de Anasagasti los asesinos de niños, de mujeres y de hombres que cumplían con su deber o que, simplemente, pasaban por allí cuando explotó la bomba, si no son católicos no tienen que pedir perdón y nadie puede obligarles a cumplir esa "norma católica". Según esta lógica senatorial para imbéciles, antes de amnistiar a un preso de ETA habrá que preguntarle acerca de su confesión para conocer su intención. Si responde "soy católico" entonces que se le aplique la norma católica para asesinos arrepentidos y que pida perdón. Si, en cambio, responde "soy ateo por la gracia de Dios" bastará con que haga el pino durante diez minutos, para que así demuestre que ya no quiere seguir siendo un asesino supino. Porque digo yo que algo habrá que hacer para que haya paz, Sr. Anasagasti! O pedir perdón o hacer el pino: es lo mínimo que se le puede exigir a un cretino!

A todo esto, me gustaría saber, y que Anasagasti, con esa brillante cabeza de imbécil que tiene -que sólo le sirve para peinarse a lo Paul Anka para no parecer un cerdo- me dijera por qué "la norma católica del perdón" no se les puede imponer a ellos y en cambio sí se le debe imponer al resto de la población, esto es, a todos los españoles de bien, a los que se les obliga a perdonar sean católicos, ateos o agnósticos o hasta incluso protestantes, mahometanos, judios, budistas, sintoistas o herejes.

Qué clase de justicia es esta! La norma católica que vale para unos no vale para los otros? Si esta es la justicia que Vd. propone, yo, que soy un católico empedernido que me fumo veinte avemarías y un padrenuestro diarios, ahora mismo dejo de fumar y me hago agnóstico, así podré darles el perdón a medias, o mejor me hago ateo empedernido y sigo fumando como un carretero y no tendré que perdonarles nada, porque como ateo, lo ha dicho Vd., no se me puede aplicar la norma católica del perdón. Y deme gracias que no me hago mahometano y renuncio a aplicarles la sharia, o sintoista y pedir que les apliquen el sepukku.

Y es que me parece a mí que el perdón no es una norma confesional sino una expresión humana y de derecho natural, que expresa la humanidad mínima deseable de la persona, sea esta de la confesión que sea, y es aplicable a todos sin excepción. Porque sin perdón no existe redención posible de la culpa, y si la culpa persiste y no se limpia, manchando la relación humana, se hace imposible la reconciliación, y por lo tanto la convivencia.

Así que ya lo sabe Anasagasti, que pidan perdón. Aunque no quieran hacerlo en nombre de Jesucristo sino de Sabino Arana. Dios, que es bueno y misericordioso, no les tendrá en cuenta esta solemne estupidez; como, estoy seguro de ello, tampoco le tiene a Vd. en cuenta la suya. Otra cosa son los españoles como yo, pero es que yo no soy Dios. Espero que sabrá Vd. comprenderlo y disculparme. No le digo perdonarme, porque no quiero imponerle a Vd. ninguna norma católica, aunque su partido político se fundó en base a ellas con el objetivo de defender en la sociedad los valores del humanismo cristiano. Pero de eso ya le contaré en otro momento, cuando recupere Vd. la memoria, y la razón.