El rescate

Según parece, porque así lo anuncian todos los periódicos, hay unos tipos en Europa que están empeñados en rescatarnos contra nuestra voluntad. Y parece que si nos rescatan es que estamos perdidos. Y eso, la verdad, me ha dejado perplejo y hasta un poco confundido. Yo pensaba que un rescate era un acto bueno, que consistía en liberar a alguien que estaba prisionero de otro contra su voluntad, bien por la fuerza de las armas o la del dinero. Los Mercedarios se distinguían precisamente por eso: ellos se dedicaban a rescatar a los prisioneros cristianos que se pudrían en las mazmorras de los sarracenos de Suleimán el Magnífico cambiándose por ellos, antes de que estos últimos se fueran a Egipto en Primavera e hicieran la revolución de las flores y se convirtieran en los últimos hippies que no asistieron al concierto de Woodstoock sino al que se celebró en la plaza Al Tahrir con música de muhecín de fondo.

Pero a lo que iba, entonces rescatar a alguien era un acto de justicia, loable, bueno en sí, y por eso el rescatado se ponía la mar de contento y no dejaba de manifestar su alegría y agradecimiento a sus rescatadores con toda clase de carantoñas y gazmoñerías por la libertad alcanzada gracias a ellos. Ahora parece ser que es todo lo contrario. Si te rescatan es como si te meten en la cárcel, te han fastidiado la vida, te han robado la libertad como los sarracenos, te han hecho polvo tu existencia prisionera condenándote de por vida a ser libre y responsable de las consecuencias de tus actos.

Y es que en estas condiciones hay que reconocer que es una putada que te rescaten de nada. Mejor seguir prisioneros y que nadie se entere de la verdad: que vivimos en mazmorras y que, en el fondo, tenemos miedo a la libertad, como dijo uno que se llamaba Fromm y que también nos quería rescatar desde Alemania, que es donde actualmente viven los sarracenos, por lo que le contestamos que nos dejara en paz con tanta coña, tanto miedo y tanta libertad. Y es que la libertad no sé, pero el miedo es libre, eso está claro. Por eso no queremos saber nada de rescates. Y es que no hay nada como vivir en una mazmorra con vistas al mar o a la Sierra de Gredos y comerse una paella con mucho miedo y sin que te rescaten. Creo yo.

Ahora a los secuestradores les llaman rescatadores. Esta nueva relación es tan perversa que los secuestradores exigen que les pidas que te secuestren y encima les des las gracias.

Mi no comprender. Vamonos a comer paella y a beber un buen vino de la tierra.

Me parto contigo, Nuclear..........tienes una manera muy original de dar la información….nos instruyes al tiempo que nos diviertes…todo un arte ¡!...Gracias por sacarnos una sonrisa incluso con noticias deprimentes…

Nuclear, no se puede explicar mejor!!

Muchas gracias.

Blanco Nuclear escribió:Muchas gracias.

las que tu tienes bonico...