Micro-relato

EL RUMOR DE LA CONGOJA

Vibra el eco de campanas en el aire y preocupado me pregunto por quién. Campanas lúgubres que transportan funestos presagios. Su sonido provoca reacciones encontradas a mi alrededor, me desconcierta.

De un lado vitorean y baten palmas, se felicitan por tiempos mejores, pasados y futuros. Son los que por largo tiempo se han visto privados de sus dispensas, los que ya no son bienvenidos en la corte y no pueden seguir medrando para conseguir favores, los que claman por el valor del vasallaje ante la agresión. Cantan las leyendas de reyes antiguos, a los que en su día ellos mismos condenaron y ejecutaron, y exhiben un siniestro brillo en su sonrisa al hacerlo.

Por otro encuentro gente que se mesa los cabellos, los lamentos invaden todos los rincones en una marea de desesperanza. Aquí se encuentran los guerreros de mil combates, aquellos que saben que vale más una batalla perdida que una que ni siquiera se ha tenido el valor de disputar, los que se niegan a admitir que la derrota sea otra cosa que la rendición a los caprichos de tu enemigo

Han sido tres años duros, tensos, de cruentas guerras internas y externas, de alegrías y pesares, de orgullos y traiciones.

Cuando él llegó sobrevivíamos arrodillados, suplicando el perdón de nuestros enemigos por existir. En aquellos días caíamos sin freno en un precipicio de decadente mediocridad. Él nos dio ideas por las que luchar, palabras con las que armarnos. Nos recordó quienes éramos. Nos hizo levantar la cabeza, observó el horizonte con el brillo de la determinación esculpido en la mirada y nos empujó a abandonar nuestra docilidad. Nuestras rodillas se elevaron del suelo. Un pueblo orgulloso se irguió y decidió presentar batalla ante quienes le sometían. Él nos mostró el camino con su dedo y decidimos seguirle a donde fuera que nos condujese.

Fabulosos ejércitos han caído desde entonces, ante el empuje de hombres que al fin saben por lo que luchan. El triunfo final se resiste, pero sabemos que la grandeza está en el camino y la victoria en un suspiro. Héroes hercúleos han subido a los altares por mor de sus innumerables hazañas mientras otros, antaño admirados, han caído en desgracia al quedar expuestas sus dudosas lealtades. Sin embargo estos últimos aún mantienen adeptos, y son los que ahora se regocijan en la desgracia de su propio pueblo. Zalameros intrigantes que esparcían mentiras y rumores han sido descubiertos y expulsados del reino. Ya no pueden engañar a nadie y nunca más lo harán. Nos quedan heridas profundas, heridas a restañar. Es el precio que pagamos por extirpar los males que nos devoraban desde dentro, para que esta nación recupere el camino de su propia historia, de su propia grandeza. Ahora cada uno de sus súbditos vuelve a sentir el orgullo de luchar por lo que les pertenece, de ser quienes son, tal y como son.

Y en el preciso momento en que el sendero de la gloria parecía recuperado llega este sonido ominoso, este tañer que despierta tan dispares sentimientos y que promete cambios que a mí me hacen temblar.

Doblan las campanas en el aire y compungido me pregunto por quién. ¿Es por el valor de un rey caído, o por el destino de un reino que vuelve a la oscuridad?

Nota: Inspirado en hechos reales.

pantuflo escribió:

Qué grande Loreena McKennitt. Una delicia para los sentidos.