Real Madrid - Espanyol

Joer, De Burgos Bengoetxea a los mandos del VAR. Terrible.

El árbitro que, cuando arbitra al Madrid, ve lo que nadie ve y no ve lo que todo el mundo ve. El cínico que, cuando el fútbol va de blanco, lo ve todo negro. El hipócrita que pretende explicar lo que no sucedió cuando él lo pitó y convencer de por qué no pitó lo que sucedió. El que convierte los penaltis a favor en expulsiones en contra como por arte de magia. El que transforma una agresión al pobre negro en su expulsión como blanco. El anti que va de pro. El que convierte a la víctima en verdugo y al verdugo en víctima. El que "te quiere tocar" cuando antes te ha intentado matar. El más grande peligro que han visto mis ojos con un pito en la boca en un campo de fútbol.

Ese es De Burgos Bengoetxea. El árbitro designado en el Real Madrid- Espanyol para convertir el VAR en una máquina de destrucción masiva. Ancelotti haría bien en sacar a los jugadores con un chaleco antibalas por si las moscas. Y advertirles que desde el VAR hay un loco peligroso que les puede disparar en cualquier momento con su máquina del infierno. Hay que estar preparados para cualquier evento desgraciado que pudiera suceder a lo largo del encuentro. Y la vida deportiva de nuestros jugadores es lo primero.

¡Nuestro XI inicial!
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— Real Madrid C.F. (@realmadrid) September 21, 2024

Partido tirando a malo a pesar del resultado. Yo siempre pensé que con Mbappe íbamos aprovechar más las ocasiones pero seguimos igual. Parece que cuando nos marcan espabilamos. Y los dos Hijos de Negreira traía la lección bien aprendida. Que asco de arbitrajes.

31 disparos, 9 de Mbappé. 4 goles. El día en que se desatasque el bote de ketchup alguno se va a llevar un correctivo muy serio.

Y cada vez son más los minutos de juego en que me gusta el Madrid. Me gusta mucho. Estamos creciendo. Como es lógico.

Es imposible maniatar durante 90 minutos a los cinco bombarderos que tenemos delante. Tarde o temprano te agujerean como un queso gruyère. Es un hecho demostrado.

Cuando los Bellingham, Valverde, Camavinga, se incorporen al bombardeo, la cosa va a resultar interesante. Nosotros podemos jugar bien, mal o regular. Como queramos. Porque lo nuestro es bombardear. Y no veo defensas antiaéreas que lo puedan evitar.

Otra cosa es que no podemos protestar. Si lo hacemos, la tarjeta nos han de sacar. Eso queda para los demás, que protestan lo que quieren sin tarjeta. Cosas de estos árbitros con mucha jeta.

Continúo notando mejoría; esto no es simplemente presionar un botón y "¡voilà!"

También es cierto que no hay nada mejor para meter una marcha más que nos marquen y se pongan por delante.

Endrick necesita solo unos minutos para crear algo.

Me gusta este jugador.

La actitud arbitral de Martínez Munuera durante todo el partido demuestra la hostilidad de ciertos árbitros (muchos) hacia los jugadores del Real Madrid. Cualquier gesto, aspaviento o reproche, viene castigado inmediatamente con tarjeta amarilla. Eso, más que arbitrar, es una forma de amenazar.

Yo no veo esa actitud en los árbitros europeos. Son más dialogantes y más racionales a la hora de arbitrar. No les afecta tanto lo que haga o diga un jugador en un momento de adrenalina subida. Advierten pero no sancionan. Solo si se repite una actitud desconsiderada sancionan la misma, con razón. Al menos, por lo que observo en el caso del Madrid.

En la Liga española no es así. Si se trata de un jugador del Madrid, los árbitros disparan por la espalda la amarilla antes de preguntar y se quedan tan anchos. Y esto sucede por la cobertura que reciben en los medios, ante tal proceder absolutamente exagerado. Estamos hartos de ver hacer aspavientos y formular protestas a jugadores adversarios sin que el árbitro los sancione de ninguna manera. ¿Por qué con nosotros la cosa es diferente?

Es un misterio que sólo se resolverá cuando se condene como se merece al club que compró el sistema arbitral de ascensos y descensos durante 17 años o más a razón de 7, 5 millones de euros o más. Y mientras esto no suceda, los árbitros seguirán disparando amarillas al Madrid para lavar su sucia conciencia.